VUELVE A CASA PAN PERDIDO
Vuelve a casa, pan perdido y a tu tierra, grulla, aunque sea a la pata coja, pero dicen los Delcontri, los muy contreras, que este país va camino del tercer mundo. De ser así, ¿por qué vienen y vienen, presidente? Un negro a la vista de las costas de Málaga a bordo de una patera gritaba España con la misma alegría que Rodrigo de Triana el timonel de colón anunció tierra a la vista. En España se vive y se bebe bien pese a todo. Lo que pasa es que algunos les gusta sacar la caja de los truenos. Resignación, hijo, resignación que se le va a hacer. Frugalidad. Sobriedad. Austeridad. Economía. Y paciencia, mucha paciencia ¿Subió la prima de riesgo? Sube el paro, sube todo menos lo que nunca debería bajar, los amantes se declaran en huelgas de brazos caídos por lo de la crisis; se agotan las existencias de la caja de las pensiones. Deudos somos del terrorismo informativo. Se ha jubilado el Butanito pero sus émulos están por todos los lados. Dominan las ondas. Creo escuela. Y ahora ha cruzado Somosierra la gran caterva de seguidores de su Escuela Galatea que como el gas era un poco incoloro, inoloro e insípido y además de los culo majado, siguen con el mismo soniquete de señorassss... señoreees. Sólo le distinguía la chupa colorada que se colocaba para ir en la moto cuando bajaba a la facultad, se fumaba todas las clases pues trabajaba en mil sitios pero tenía un
negro para tomarle los apuntes. Señoras, señores, don Augusto Portales, nuestro presidente federativo, ha sacado el perro a mear. ¡Qué noticia! Y como debía de ser viejo el pobre can exoneraba su canina vejiga con bastante estilo apoyando la pata contra las farolas de la Avenida de los Reyes Católicos que utilizaba de columna mingotoria pero, tate, allí tenías apostado Butano a un cameraman y a dos podencos de la noticia para hacer un directo. Hay que ver lo bien que lo montó el tío. Hablando de fútbol en unos pocos años se hizo milñlonario. Vuelve a casa, pan perdido. Metete tu rabia como tus mocos en el bolsillo. Aguanta mecha y no hagas caso. Eres un mindundi. Para el sistema constituyes un nihil que no en vano te llaman don Nilo. No te angusties pero cometes la torpeza de llamar al programa los sabados noche cuando estás aburrido porque no te gusta bajar a la ciudad, padeces agorofobia, no entiendes a la gente. La humaniodad ha descendido a estadios increíbles de boba majadería. Aquí cada uno va a lo suyo y se ha hecho radioescucha/masoquista que vive en la cultura de la queja de no puede ser adónde vamos a llegar pero en vez de likarse a tiros y quemar edificios se resigna, al hispano le gusta ser pastoreado y que le pisen el cuello. Hay que conformarse a asumir el papel de oyente en esta vida, ser una oveja insignificante del inmenso rebaño que lanza balidos perdidos al aire sin que nadie la escuche. De vez en cuando el rabadán te tira un cantazo escondido detrás de ese caballón de las suertes viejas o te llega una citación judicial por un lío que tuviste en un bar de copas por culpa de una tarjeta de crédito. Don Augusto Portales prosigue su paseo por la gran avenida. Su perro Sultán hizo ya tres marcas de orín en tres tristes farolas.ha emprendido un trote cochinero marcando paquete y territorio.
El flujo circulatgorio mengua a medida que avanza la noche. Se escuchan voces en una terraza. Dos veranenates se enzarzan en una discusión ante unas cervezas como alboroque del partido de la jornada y por mor de una colada que tuvo Casillas ante un tiro de Messi desde fuera del área est´´an a punto de lllegar a las manos. Uno dice que el chut era imparable y el otro afirma que el arquero de la selección hizo la esfinge. Don Augusto el presidente federativo que sabe mucho más del balonpie que toda la aficción del Madriod y del Barcelona juntas se les queda mirando y sonríe por el colmillo como hacía Cela, jé, pero qué sabrán estos modorros de cómo son las cosas en este país a estas alturas del partido y prosigue su camino. El "Sultán" ha olido a una perra y va derecho a cumplir con la naturaleza; el dueño tira de su perrita que se llama "Dolly" y deja al perro del presidente de la deferación con la miel en los labios, la hembra estaba torionda y ya se espatarra cuando llegó la oden del amo impidiendo hacer cochinadas en la vía pública.
Escuchas las descompasadas voces de los hinchas borrachos y tú estás en tu habitación del quinto piso, noche de agosto, no puedes dormir. Radio B
etún sigue bramando su programa de tres horas que se alarga hasta la madrugada y que se llama Usted qué opina. Los incautos no saben que estas lineas directas son una treta de la compañía de teléfonos para aumentar sus ingresos. Tú yaces en el lecho sudoroso, estás en calzoncillos, el calor es inaguantables, te desvelas, agarrras el auricular y te lias a marcar el numero señalado de la emisora pero comunica, estás en un tris de tirar el extraíble por la ventana. La radio emite soflamas políticas y consejos publicitarios que retumban en el transistor de bolsillo que te regaló tu señora el día de tu cumple con una dedicación colocada en una epígrafe grabado en letras de oro. Es un no me olvides, vuelve a casa pan perdido. Pero ella te ha olvidado. Compre un chalé en la Vega del Henares. Viva cerca de los paracas. Venta Magullo la mejor urbanización de Madrid… adquiera nuestros productos…. Tomate frito intercasa el amigo de toda ama de casa… acuda a la clínica Piñolín grantaizamos un tratamiento serio y experimentado para todos sus dientes… si Cataluña se separa huelga el monarca. Cuidamos de sus almorranas con un adecuado protológico… cuidamos de sus varices para que no degeneren en procesos cancerosos… ¿se levanta a mear varias veces en la noche? Le grantizamos una operación de próstata sin cirujía mediante rayos laser. Radio Betún es cosa fina y entre col y col una lechuga. Te daban un mitin político. Cultura de la queja, butanitismo informativo.
Los problemas del país tendrían que solucionarse con aguarrás y no con paños calientes ni opiniones de opinionados opinantes radioescuchas y escuchantes. Nos ha tocado bailar con la más fea. Vamos de oyentes por la vida. Hablar de política aquí es un asco. Radio Betún no debería llamarse así sino Radio Provocación. din don. Son las cinco de la mañana. Las cuatro en Canarias. Una cuestión de huevos y manda cojones. Queridos vascos y vascas habla vuestro lendakari. Y don Terencio Vitigudino se exaltaba. Nos volvía la cabeza tarumba. Nos suministraba carnazas en las noches de verano. Llama doña Maricruz que no es lo que se dice una roja sino una defensora a ultranza del capitalismo salvaje. Lo que sobran en España son funcionarios y faltan empresarios autónomos. Hilo directo con las musas de la democracia. Vuelve a casa, pan pedido. Que será de ti lejos de casa, muchacha. Estamos en la cultura de la queja. Vivimos a expensas del terrorismo informativo. Nos llevan al matadero como a los Macabeos camino del horno. Vitigudino cobra y hace caja por su programa de tres horas y a nosotros los que vamos de oyentes no nos dan nada por nuestras recetas para arreglar España. Nos cuesta un sofoco, un berrinche, un calentón, tenemos tarazón los españolles y andamos opilados de política, los médicos de toda la nación están recetando aceite de ricino para curar el extreñimiento general.
Un radioescucha murió de infarto durante una de sus intervenciones. Don Terencio es un poco chulito, va por la vida de facha mientras nosotros escuchamos sus catilinarias de los domingos por radio Betún. Tratamientos protológicos, paños calientes, le han salido varices, le duele la prostata y no se le tiene lo que se le tiene que tener. entonces pastillas Undecare te ponen como un reloj. contra la impotencia Undecare, pero peor que la impotencia de tanta genitalia es peor la impotencia del alma, casi da rabia.
Nada de paños calientes ni polvos de la Madre Celestina, aquí lo que se necesita es una cura de caballo. Ya no damos la vida por la honra ni la honra por la vida. Ya no peregrinamos los hispanos a la tumba de Santa Illana. La vida diabólica estira sus serpas por nuestro cogote y nos acabará ahogando como al Laoconte. Un verso saltó a los corondeles de mi imaginación en la madrugada de mis angustias
Te besó la ola el pie excelso
E hizo el agua
En tu apolíneo regazo
Médano
Querencia de valvas
Tesoro escondido
Eres hija de la espuma
Venus llegando gozosa
A morir en la arena
Acariciando las curvas
De la playa
Surgiste toda tú
Como un ángel sobre el cascajar
De Renedo
Trayendo en sus pechos
Brumas del aurífero Betis
Madre de la Verdad
Me acojo a tu sombra.
Yo buscaba la verdad en el cascajar pero sólo encontré piedras y desdenes con mi traje de mezclilla, la bolina de felpa que me guarnecía contra el frío, gozando de las últimas caricias de los rayos de un sol que se va pero remando contra corriente en medio de una época crepitante que había perdido no sólo el buen gusto sino el sentido común. Buscaba ángeles alegres y me perseguían granujas con sotana que me hablaban del camino de la virginidad, de la honradez, de la libertad y eso no había. Las mujeres, unas putas, los políticos unos trincones. Los honrados padres de familia saliendo del armario. Los jayanes por menos de nada te daban de palos y en la Ciudad Santa me escupieron y robaron. Ah Jerusalen...jerusalén y me apedrearon por aer cristiano.
El locutor de radio Betún no era más que un soplapitos y el acontecer diario una mascarada. Nuestras conciencias maleadas, los santos bajaron de sus tronos y se fueron de chateo por los chamizos del barrio húmedo cambiando el incienso por el humo del tabaco y sus coronas aureoladas de divinidad por la del rey de oros. Juguemos a las cartas. La familia cristiana devino en puro convencionalismo: una reunión de individuos que se juntan para reñir y para controlarse y hacerse daño porque hoy es la envidia lo que reina en el mundo. Los obispos andaban al copo unos con otros y los curas a la greña. El hombre piensa lo que le conviene o con el vientre o con los pies. La chismorrería habitaba en el medio virtus in medio est y él se enteró el último. Todos sabía de los líos de su mujer. Él vino a enterarse el último de aquellos malditos cuernos. Se fornicaba a calzón caído. Vitigudino fornicaba con las clientas por el micrófono. El sochantre con los niños de coro. A la rumbosa septuagenaria de los Cinco Motes la montaban los siete gallos de la quintana y luego ella hacía como quien no quiere la cosa como si no se enterara y hacía con mano sibilitica un mutis por el foro. Soñemos, alma, soñemos. Aquí hay que pensar alto, sentir hondo y hablar claro. Cinco Motes se quitó las bragas en un directo y la audiencia del programa subió a 12 millones.
Como era rubia de bote, tenía el chocho morenote igual que doña Pochola la catalana que no es lo que se dice una virgen como la Moreneta. Cupido tramaba de las suyas pero allí se hacía el amor sin venda aquí te pillo aquí te mato. Los sátiros corrrían a las modelos disfrazadas de vestales por los estudios de televisión y el gran Director en todo caso tenía derecho de pernada. Al gran director no se veía pero su presencia era formidable. Perduraba olímpico en su planta noble. Ya no predicaba el arte de la belleza, los buenos libros, la templanza, el recato, las ideas nobles. Su cetro poderoso ordenaba las huestes de los rayos catódicos, fulminantes truenos y centellas que para sus adulones los que le bailaban el agua eran como celos celestiales. Era un demócrata de toda la vida que acojonaba por sus gestos totalitarios.
-¿Nos dais cuenta pero no os dais cuenta de que el país ha entrado en la vida muerta de la decadencia?
-Es un tren sin raíles
-Pues entonces vayamos juntos y yo el primero por la senda de la constitución que dijo Fernando VII
Triunfaba el género chico en los oscuros calabozos de la inteligencia. El pueblo gritaba aquello de vivan las condenas.
Yo iba camino de Arévalo mi jardín ignorado, mis ortos conclusos. En lo alto del cimborro de la iglesia de Santo Domingo había colocado una imagen bendiciendo a la plaza del Corazón de Jesús. Aunque era de escayola no se cayó nunca. Aguantaba bien los vientos de las Morañas y las heladas. Un diácono que yo conocía le cantaba una antífona desde abajo el día de las Candelas.
-Cavila, concho y vuelve a casa, pan perdido.
-Estoy amontonando recuerdos.
-Asno sea quien asno batea. Yo pertenezco a la cociedad protectora de animales
-
You are beating about the bush.
-es que me voy pero me quedo si bien te fijas. Estamos todos esperando a don Jodó
-El que no vendrá nunca
Los ecónomos están por todas partes. Llevan dulleta gris y perilla romántica. Van por la vida-calamidades plenas- llevando a cuestas el brazo incorrupto de Santateresa. Decían que aquella santa podía ser muy santa pero tenía bastante mala leche. Santateresa, la tersa. Habrá que distinguir. Una cosa son los santos y otras los retablos. La duda cartesiana se instala en mi mente. Y yo me digo vuelve a casa, pan perdido, y deja de fumar. Hay que dejar de fumar. Es vicio de pobres.
Entre los laureles cortejaban dos malvises. Yo los vi esta mañana en la huerta guarreandose, jaleándose, pío pío, pío. Pipip. Son felices. Dan gloria al criador. Sam Francisco es uno de los mayores santos de la cristiandad. Después san Antonio de Padua. El pájaro más hermoso de la naturaleza asturiana pero ¡que voz más desagradable! ¿Cómo lo ves? Pues te lo digo los senderos de la mística son peligrosos. Van rodeando precipicios. Un santo es un gran intuitivo que se sumerge en la voluptuosidad del éxtasis. La mente se le llena de claridad. Hiperlucidez. Arrobos y transportes del asceta que va al otro mundo y de allí nos trae noticias. Ay qué le da. Que le da da. Que levita que sube. ¿Nunca tuviste un extasis? Una cuadrilla de nigerianos charlaban a voces en el salón de embarque de la T4. Todos pa España. Hablaban una extraña lengua y yo al oírlos pensaba en que el destino del mundo es una torre de Babel
La doncella de Ávila quiso ser mensajera de lo sobrenatural, ay que le da. Cuando pasaba por un rincón del convento donde estaba el cristo yacente de la quinta angustia levitaba y su cuerpo cobraba un aspecto etéreo, pero no era profetisa en su tierra… mi patria me ha tratado de tal forma que nadie creería que hubiera nacido en ella… de niña caminé por la muralla y contempló la sierra desde sus 86 torres. Se empapó de esa sensación lapidiscente que a uno le embarga cuando deambula por el interior de la ciudad amurallada esto es Ávila Augusta.
Y estos fervorines místicos yo los curaba con vino. Campanarios flotantes y atrios ensoledados y esa cinta blanca del camino que se pierde en el horizonte. La casa blasonada de los Abon. Conventos, hospicios. Procesiones. Toque de ánimas. Sus hermanos se enrolaron en las partidas de conquistadores y pasaron a indias. El día de san Bertoldo 29 de marzo de 1515 nació Teresa la pecadora pero no la pusieron Bertolda ni Bertoldina como cabía de esperar en tales tiempos cuando los bateos eran todos por lo general un homenaje recordación al santo del día sino Teresa, que era un nombre griego.
Monja inquieta y andariega en boca del nuncio. Vela Núñez su padrino fue conquistador del Perú y conspirador en el palacio del rey Filipo. Cabello negro y crespo. Un retrato que la hizo fray Juan de la Miseria hirió su coquetería monjil, bendito seas fray Juan que me sacaste fea. Tenía los ojos papujados. Tres lunares. Uno junto al labio superior y otro en la mejilla, dicen que era una mujer bastante sexy.
Las fundaciones se inspiran en los libros de caballerías. A fundar. Vayamos a fundar. Las sinagogas se transforman en beaterios. Un cambio de ciclo. Maria Briceño y Beatriz de la Higuera dos conversas la inician en los tratados de oración. Entra en las agustinas. Por ajuar, una zalea. El abecedario de Osuna y el cura de Veceras al que rompe el conjuro la colocan bajo la vigilancia del Santo Oficio.. Una historia de amor complicada de hechicerías. Almas vacilantes. Su padre el judío converso murió recitando el credo. ¿No sería la Chema? Y al expirar puso los ojos en la pared mirando a Jerusalén. Ella estuvo en la lucha de tratar con dios y con el mundo. Vuelve a casa, pan perdido y Jesús va y le dice: no quiero que tengas conversación con hombres sino con ángeles. Tono imperativo. ¿En qué lengua se expresaría el divino personaje? La santa estaba de rodillas, desgarrada, pasionista, recibiendo el metisaca del dardo seráfico. Levitaba.
En la celda olía perfumes exquisitos. Por el techo circulaban nubes de colores. El cristo le hablaba desde su trono de crucificado magullada la cara y los occipitales bañados en sangre, vi la apertura del costado pero no metí los dedos en la raja, la talla era de escayola, y un paño de pudores cubría su virilidad. Los imagineros barrocos muestran una tendencia a esculpirlo con detalles femeninos en el torso. La estética católica la verdad es que es poco noble. Plasma un mundo feo, desgarrado, cruel, masoquista para que suspiren las viejas en el reclinatorio. Una musculatura poco apta. No debía de ir mucho al gimnasio que para eso era hijo de Dios.
Los ojos tenía mancillados por el cristal. Las viejas bisbisean padrenuestros y en la nave huele a orines, talaron no pocos bosques para tallar maderos. Estas iglesias españoles sobrecargadas recuerdan más a una tumba que a un jardín. Vuelve a casa, pan perdido. Señor, me arrepiento de mis pecados. Una voluntad soberana me sobrecoge y ando a tientas en la oscuridad de una de las capillas con el enrejado de forja. Dentro junto a una virgen que arrastra un peplo azul está la monja en éxtasis. De todas las imágenes la que más me gusta es la de san Antoñito al que ningún artista de la profusa estatuaria barroca pinta con barba. Un anacronismo porque no era italiano sino portugués y en Lusitania los hombres aunque sean clérigos son barbudos y de pelo en pecho.
A la puerta del tempo de Santo Domingo descansa en un poyete, el máuser entre las piernas el capote largo, la escarcela y el tricornio un poco sudoroso y desvahido a causa del cansancio y el polvo de los caminos, una bigotuda pareja de la Benemérita.
El cabo canta un viejo estribillo: “Qué vida arrastrada la del guardia civil. Los inviernos de pana y los veranos el dril”.
Su comparecencia me hace aterrizar de mis arrobos místicos. Aterriza cuando puedas pero Ávila es así. Ciudad misteriosa. Ávila de los cantos y de los santos. Para concluir, Teresa amó con todas sus fuerzas la virilidad de Jesús al que llamaba su esposo. Nobleza, elevación. Enajenación. Desasimiento. Fue una elegida del camino de perfección por el que se circula pisando abrojos de humildad y de renuncia. No confíes en tus propias fuerzas. Vuelve a casa, pan perdido
Las monjas de la Encarnación la acusaban de extravagante y loca. Y aquellas vírgenes necias no eran tan simpáticas como las de Santa Clara que tenían un pájaro tordo que se paseaba por el claustro del coro al caño y del caño al coro. Venga decirlo deprisa. Es un bonito trabalenguas.
Ella se estaba enfrentando al sistema. Tuvo que sufrir. Por las troneras del castillo interior penetraba perpendicular casi en plano inclinado una luz maravillosa preñada de átomos que revoloteaban como murciélagos en torno a un cono. El rayo de sol declinante era seco y espectral pero llenaba el aposento de la serenidad vespertina.
-¿Tú cual ruta emprendes? ¿A qué hora te vas?
-Ya están tocando a vísperas por toda la ciudad.
Se escuchó una voz y dijo:
-No trates de aparecer sumisa. Quieres ser diferente. Bajo el disfraz de la humildad ocultas tu orgullo castellano
Sentí el pasmo de la hiperlucidez de la doctora. La iconografía barroca la pintaba cursi cálamo en ristre rostro encendido nubes de incienso flotando sobre sayas y tocas de rodillas escribiendo bajo la luz divina de un rayo místico que penetraba en su celda. No te entienden, Teresa, ni los que te alaban ni los que te leen. El cochinillo de Casa Pinilla estaba superior y el vino de Cibales pasaba bien. En uno de aquellos ágapes me encontré con don
Eusebio del Colmo, antiguo arquero de la Ponferradina y en al final de aquel siglo de luces y de las tinieblas estrella mediática, voz de oro, hombre anuncio de costa a costa, hasta mañana compañeros, buenos días España, la España del Corte Inglés, elegancia social del regalo, ya es primavera, profeta del consumismo. Ya no hacía palomitas y estiradas espectáculo en la puerta embarrada de la Ponferrada, club de sus sueños, se limitaba a ganar el dinero a espuertas, entrevistaba a los ministros, hacía el amor con su meliflua voz a las amas de casa y a las modistillas que se quedaban embelesadas ante el transistor. Impostaba la voz y Hacía un discurso a lo largo de sus oceánicos programas que ocupaban enteras mañanas. Aunque era de León había adquirido acento catalán, tenía una voz bien timbrada que sonaba a metal y al oirle excitaba a las señoras a pecar de pensamiento y los ojos muy triste de perro pachón.
Yantaba en compañía de su guardaespaldas. En toda la comida no pronunció palabra. Se guardaba la voz para los anuncios del corte inglés. Un pícaro de León, otro más que vistió la camisa azul. Se propuso ser millonario en pocos años y lo consiguió. El que venga atrás que arree. De Cataluña vengo de servir al rey. Viva España. Hablaba desde la tarraconense. Sonaban los clarinetes de los añafileros romanos del arco de Bará y las legiones se ponían en movimiento agitando sus gáleas coronadas de purpúreos penachos que eran unos de cerdas de potro bayo y otras de plumas de gallo inglés. El librero al verlos de lejos avanzar por las estradas se ponía a medir espondeos con el pie y a recitar a Virgilio pues se sabía de memoria los primeros pasajes de la Eneida.
Arma virumque cano... Luego los soldados de la
Victrix y de la VII se perdían en el recodo de un camino después de orar ante un ara de Jupiter que había en una piedra miliar.
Seguí de lejos a aquella tenida de comensales hijos de puta y me dije esto acabará como el rosario de la aurora. La profecía vino a cumplirse con esto de la globalización. Quédate en casa quieto me dijo la mujer pero a mí parece que me han dado azogue, me desperdigo por los callejones y estradas de la ciudad difunta y perversa mientras escucho una voz opaca que me habla en romance y me dice:
-Vuelve a ella, pan perdido. El que no siembra desparrama. Ya… pero…
Eso una veces. Que otras me recomienda regresar cuanto antes porque se hace de oscurecida:
-Antón no pierdas el sol porque en la alameda. Allí hay un hombrón que a los niños lleva
Me prestaba pasar por Labajos delante del monumento a Onésimo paraba el coche y me ponía a cantar el caralsol. Descubrí pueblos, palpé emociones.
El librero giraba por las tabernas y visitaba la gran casa de putas que hay en Pustoi, lugar vacío en pleno yermo, en medio de la nada se yergue una casa grande o falansterio, convento del amor.
Teresa se estaba enfrentando al sistema y para salvar al mundo diseminó por la geografía española conventos que ella llamaba palomares pero que en realidad eran harenes del Altísimo donde vivían recoletas y llenas de amor divino las vestales del Carmelo.
También yo buscaba bajo el sol ardiente ese amor que nunca llega, las promesas que no cuajan. Señor mi único deseo es sufrir y padecer por vos. Cuando estaba parado en medio de la plaza del Arrabal (ay Arévalo mon amour) venía a ver al librero el Cojo de Mamblas, qué personaje, le cortaron la pierna en Quijorna el primer día de la batalla de Brunete… si se hubiese ido con los de mi quinta a lo mejor a estas horas no cojeaba… o estabas criando malvas mia tú, pero me impresionaron aquellos mozos saludando a la romana luciendo correajes brillantes y una camisa azul recién planchada, me dijeron vente con nosotros que vamos a salvar a España y yo subí a la camioneta.
El cojo de Mamblas,
Saturnino, no creía ya en nada ni en el Caudillo... Franco es un gilipollas ya te digo. Le dieron un empleo en las taquillas del metro y allí se pasó la vida hasta que le llegó la hora de la jubilación, vida subterránea y metropolitana llevó el pobre mutilado. Se pasaba semanas enteras sin ver el sol encajonado en su garita de la estación de Gran Vía, a cien metros de profundidad,barrenero de los billetes de ida y vuelta que troquelaba en una máquina tragaperras, colocaba la patapalo en un rincón y sentado frente a la caja registradora expedía los billetes y rumiaba sus recuerdos de la Batalla de la Sed… Si me hubiera aguardado a irme a la guerra con los de mi quinta a estas alturas no tendría yo mi pierna baldada y a lo mejor hubiera regresado del frente con la estrella de teniente… también fue mal suerte… un ida y vuelta para Cuatro Caminos… deprisa que se va el convoy… ya voy… ya voy… aguárdese un poco.
El usuario era un teddyboy con aspecto macarra, chaqueta de cuero, melena hasta los hombros, chaqueta de cuero claveteada volantes y cenefas a lo Bufalo Bill que miraba para el taquillero con aires despectivos con unos ojos que al mutilado de guerra le parecían insufribles. Mira que haber estado yo tirando tiros para esto para que ventan estos niñatos de Vallecas y se me cuelen. Los domingos por la tarde me abandonas no te importa que me quede en casa sola y los domingos por la tarde venía la manada. Quizás... quizás no me digas lo que sientes pero algun dia yo sabré la verdad.
En Cuatro Caminos se bajaban los colchoneros y en Estrecho los merengues ¿Y qué tenga yo que haber estado tirando tiros para luego esto? Se decía Saturnino para sus adentros con resignación, sacaba la petaca y se fumaba un celtas. En aquella estación del centro donde a decir de los geólogos había una laguna negra de aguas pestilentes punto de confluencia de todas las cloacas de la urbe… olía a rayos. Un hedor inaguantable. El cojo de Mamblas sin embargo se fue acostumbrado y con el paso del tiempo a causa de la anosmia que contrajo de darle al fumeque ya no olía nada. El día de su jubilación la Dirección de la Compañía Metropolitana le envió un tarjetón agradeciéndole los servicios prestados, se organizó un banquete en su honor en La Ventresca restaurante de tronío a la sazón y el jefe de la compañía le regaló una pluma de oro para que escribiese sus memorias. Me consta que Saturnino es algo poeta y se le da bien esto de escribir como hablaba con mucha chispa, pero el dijo que no, que para qué que... ya estaba todo escrito.
Durante los primeros años de la posguerra se volvía a poner la camisa azul y acudía a los desfiles por la Castellana. Sobre todo el que se celebró en 1964 con motivo de celebrarse los XXV años de paz, pero después poco a poco se fueron disgregándose las centurias, muriéndose los veteranos a medida que se acercaba la revancha. Saturnino calentaba con el culo la silla de anea de su chiscón, despachaba billetes cuyos precios subían de año en año pero que mejoraron la configuración. Ya valían 2.50 y no eran de papel de estraza. Las doce horas de taquillas se le hacían eternas. Por el verano mucho calor pues no habían puesto los compresores Berry y el aire acondicionado se desconocía y en el invierno un biruji que cortaba la barriga como una navaja.
No obstante, todo hay que decirlo: debía de darse con un canto en los dientes Saturnino.
Gracias a que era de los que ganaron será un caballero mutilado, y había un letrero en los vagones del metro que ponía asiento reservado para los caballeros mutilados por la patria; que si hubiera sido de los otros no habría pasado del grado de jodío cojo. Te rebana una pierna un obus en la batalla y luego, condenado a limpiar las cuadras de Alfeo, te pasas la vida uinderground en la barriga del buey, muy cerquita de las calderas de pedro botero, en las entrañas del subte silbando las tonada de Petula Clark
dont sleep on the subway baby dont stay under the pouring rain metido en tu telonio como el publicano Mateo viendo la vida pasar, cortando los tiques… billetes por favor, esperandop a godot, escuchando el estridente grito de las ratas conjugado con el de la bocina de los trenes, acudiendo a las manifestaciones de la plaza de oriente en que te volvías poner el uniforme de soldado y los botones de la camisa no enjaretaban porque habías engordado y sumándote a los carteles de los XXV años de paz (aquel 1964 fueron doce meses augustos)... así honraba España a sus héroes.
Saturnino estuvo a punto de casarse con una rica, luego se volvió atrás. ¿Y a santateresa donde la ponemos? Vuelve a casa, pan perdido. La paga extra del 18 de julio se cobraba en un sobre azul dineros contantes y sonantes nada de dinero de plástico aunque con la modesta peseta se podían hacer milagros, aquellas pelas duraban mucho más que con mil euros. El mundo había camabiado lo suyo. el dinero era meramente un ente de razón con VAT o valor añadido sujeto a las intercadencioas de la prima de riesgo y todo ese cúmulo de palabras soeces que se ha inventado mister
Guindos
Pero tú no eres, Saturnino, un jodido cojo.Eres todo un caballero mutilado. Cuelgas en el bolso e la guerrera un medallero. Te dieron la medalla del sufrimiento por la patria y la del valor. Viajabas en vagón preferente; un empleo aunque modesto no te faltaban cinco duros en el bolsillo,guardas casi integras todas trus pagas en la Caja de Avila, percibes una gratificación o montepío por las heridas sufridas, guapo, rico y con dinero qué más quieres, Baldomero. Bueno lo de guapo es un decir, que tienes la cara de grulla. Ya me entindes pero estas pequeñas comodidades no dispersaron los barruntos del rencor ni el comején de tu mala leches… si me hubiera alistado con los de mi quinta. Peor están otros. Mira a esos jodíos cojos. Claro por eso perdieron la guerra y luego ganaron la paz aunque haciendo trampas… mentiras… propaganda. El cojo de mamblas se presentaba en el tenderete del librero cuando ya estaba recogiendo y a punto de aparejar la furgoneta para marcharse… los libros dan poco resultado. Que tal la venta? Muy floja. Los libros no los quiere nadie… y a mí que me han gustado tanto, leer es una segunda vida. El cojo de Mamblas no decía ni buenos días ni malas tardes, aparecía por el postigo del Arrabal como un espectro y desaparecía sin que nadie lo notase. ¿Era acaso una visión, un fantasma en silla de rfuedas, movido por las malas artes de belcebú y paralitico a causa de una bomba de mano Lafitte que le atizó en todo el muslo aquella malahadada tarde de un verano atroz. Parecía ya digo un fantasma en silla de ruedas.
Las monjas le habían poreparado un carricoche automotor con el que iba y venía, y se esplazaba silencioso por las calles de la villa; el triciclo funcionaba con pilas eléctricas y eran tan silencioosas como el AVE así que se presentaba de rondón. No había de dar pedales al subir el repecho de la puerta de Alcocer como otros cojos que había en el pueblo pero esos eran del otro bando, republicanos, rojos perdidos. tenían que ir a la pata coja o apoyados en muletas Un dia el cojo de Mamblas al Manco de Madrigal le sacó una navaja y le dijo:
-A que no tienes cojones. Me importa un pito que seas pastelero y conozcas todos los engrudos y todas las trazas del obrador. Con la de Albacete poco te van a valer tus alicantinas, que andas diciendo de mí so atontao, que no se me empinan... pero otras cosas sí y con ella te puedo dejar seco así que mucho cuidado
El Manco de Madrigal y el cojo de Mamblas se llevaban a matar porque uno era republicano y el otro falangista. Y desde aquella no volvieron a hablarse más.
La monja prefecta les sentaba a uno en una punta del refectorio y al otro lo más lejos posible. Aquella tarde observaba al librero como un búho en expectativa o como un hurón en su guarida al acecho. En lo alto de la veleta de la torre de Santo Domingo el reloj parecía haberse parado y el corazón de Jesús de escayola que habían colocado en el vértice no daba pusaciones... corazón santo tu reinarás. La imagen daba la sensación de que bendecía a la plaza con desgana porque los de Arevalo no se lo merecían. Se habían echado a la poca desde que llegó lo de la globalización. Un churrero vendía el Marca junto al portalón. Sabes una cosa que ni me he estrenado. Pùes vaya. Es que los churros son algo indigestros. Vendes papelinas y te forras pero churros no los quiere nadie. Como los libros tanto librto tanto libro y para qué un dia de estos voy a preparar una hoguera y los quedo todo me quedo sin género pero me quedo a gusto. A la mierda Lope y el Buscón y a Shakespeare que le den. POero qué cosas dicens hombre... La luz espectral de abril recortaba la silueta del cojo de Mamblas subido a su butaca mecanizada como un rey midas del infortunio y de la virtud abnegada, abnegación por la patria. Soy el rey del mambo chiquitos.
-Pareces un fantasma.
-Andas por tierra de la rosa mística y aquí ocurren cosas muy raras con la gente y con la luz.
Pero el lisiado de la batalla de Brunete no era un arcángel cojo ni un espectacular caso de apariciones milagrosas sino un pobre hombre como él como el churrero o como aquel ferroviario, el del bigotes, que era de Reinosa, que llegaba todas las mañanas acabado el servicio a hacer una visita a la Virgen de las Angustias y luego despachaba con el cura de San Benito para el que hacía las veces de monaguillo y de sacristán. Se llamaba
Perico Labierna y le apodaban el Bigotes y el
Entorque.
Decía que era ateo pero a mí a la Virgen que no me la troquen. Era un hombre pequeño y algo rubiales con la nariz enorme. Para disimularla se había dejado crecer unos enormes bigotes… passer solitarius in tecto. Sonaron los arpegios de un piano en el atardecer. María Belen la hija de doña Basilisa había dado comienzo a la lección. Yo no creo en dios pero a mí a la virgen que no me la roquen. Saturnino le había declarado la guerra al manco de Madrigal rojo perdido estuvo en la brigada Lister y en la columna Mangada… si nos dejan solos nos liamos a sartenazos pero esa monja que me hace imposible la vida en la residencia y a la que dicen sor Castigo es una hija la gran puta. Sentía la llamada de la tierra pero la navajaba que siempre guardaba en el bolsillo a veces le temblaba dentro como un galgo a punto de saltar a la carrera… miura Saturnino que te pierdes… ya te queda poco, tengamos la fiesta en paz
Nunca me sacaré la espina. Como todos los mutilados de guerra guardaba el rescoldo del resentimiento. Deja de darle molinetes a la cabeza, home. Lo que pasó pues pasó. La cosa no tiene vuelta de hoja. Un día te vía a quemar todos esos libros. No valen para nada. En vez de quemar sus humildes cuerpos de segundo le propuso el librero
Laurentino irse de putas pero Saturnino torció el gesto y se puso de morros. Usted y yo en un lugar como ese, como poco, haríamos el ridículo. O cojo y tú con paralís mental. Y no le faltaba su razón. Era un hombre arisco hosco para la confraternización. Tenía cara de búho, las cejas algo para arriba y el pelo escaso, la barba en parroquias porque le habí mandado el señor medico una medicación muy fuerte para los dolores.
Los confesores a la santa le duraban poco. Su guía espiritual era el padre Osuna pero éste como buen converso que en sus libros hacía encaje de bolillos intentó sobrepasarse en el confesonario a la usanza de aquellos tiempos y de otros. Nunca me gustaron esos cajones donde las beatas bisbisean sus pecados y los arrieros descargan el saco por pascua florida. Son rincones de la lujuria. Pero aquellas monjas ay querían alcanzar a dios y eran acaparadas por sus directores espirituales que eran lascivos. Teresa, una castellana brava y lista, se olió esa tostada y otras muchas tostadas como la del cura de Veceras. Fue el que la dijo que aquello de ver a dios no era sino una ilusión satánica pero el párroco de Veceras resulta que tenía en el cuerpo más de cien demonios había sido hechizado por el ama con la que se acostaba todas las noches. Tú bien lo dices y hasta la clave: el misticismo posee una estructura lúbrica nada desdeñable. Bajó a los infiernos y regresó pávida de terror. Cuanta alma cae en él. En una sola mañana se llena de voces y de juramentos. Se condenaban sobre todo luteranos. Ella tuvo aquella visión. Vio a Lutero revolcarse en el fuego con su manceba una tal Catalina Bora. Plach. ¿Porqué lloras? El cuerpo glorioso de un serafín obró en su pecho el milagro de la transverberación. Transverberada Teresa transverberada de dios, y he aquí que aparejaba su alma todas las mañanas para hospedar a su creador.
Me perdí por los callejones de la ciudad lapidiscente intramuros. No hay tabernas pero al doblar una esquina me cuelo por el estragal de un edificio granítico que enmarca un guardapolvos de bolos y taques y un blasón. El figón de los Abón, que malvendieron sus posesiones en los 70, casa ducal, con alfil y todo. Tres borrachos y una pelandusca se sientan alrededor de una mesa de pino en torno a un jarro de barro. Parecen haber saltado desde las gradas de una pintura de Tiziano. A la entrada del figón posa una rama de laurel y una gran hoja de parra para cubrir tu alma de las vergüenzas de su perdición. Uno de los compadres habla con acento asturiano no deja de lamentarse apelando a la sua madre, suspira y dice.
-Dalle. Hay que dalle
La moza de partido se esparranca sobre la tejuela y se ríe a borbotones. Las tetas se le mueven al reír como dos montones de trigo borracho y el vientre tumbón testimonia que la alegría le viene al cuerpo a la hembra por las pajarillas pero la alegría dura poco en casa del pobre. Que vientres mueven pies y conciencias también. Dale y dale. Tú, dale. Hay que daille. El granito revierte con potencia las reverberaciones del eco que se va repitiendo en lontananza. Voces perdidas de la edad media. Héroes y tumbas, viejos quiñones de la existencia. El conjunto ofrece la impresión de oquedad. Abula augusta, campamento romano y castillo cristiano, el imafronte en medio de su decoración espartana un diablo hace cabriolas, y rebaba por las arquivoltas mientras un ángel gordiflón sopla un adufe. Aparece,lateral, la curiosa figura de un atlante que muestra el Corambovis de su virilidad en todo su esplendor en alarde de estar en posesión de lo que se dice una verga regia. Un águila corona su yelmo.
A los antiguos no les importaba perder el tiempo en cincelar joyeles y estampar cosas raras, sus alegorías, los dragones, las harpías, monos fornicadores y frailes glotones para sermonear la templanza y combatir lujurias sobre las estatuas que esculpían. Por eso los capiteles románicos cifra de todos sus sueños oníricos se transforman en doctrinarios en clave para iniciados, catecismos verdaderos sobre el más allá, que la vida del hombre era entonces muy corta. El culto a Príapo duró muchos siglos. El gigante puede que, emporrado, asustase a alguna dama. Los maridos celosos ordenaban a sus castas esposas que no pasaran por allá y si pasaban que no miraban y que si miraban se santiguasen.
Un canónigo en aquel momento haldeaba con sus capisayos la muceta morada y el roquete blanco zapato con hebilla de plata calcetín rojo tratando de llegar al oficia antes de que cerrase la verja catedralicia. Si llegaba un minuto más tarde cuando empezaban los granos de mica a pasar por el canuto del reloj de arena podría perder el estipendio. Era un hombre gordo y pelirrojo. Había en sus gestos algo del trote cochinero. Recordaba a los marranos jaros. San Marcial obispo contemplaba su azacaneada carrera desde el altar mientras en el ala opuesta san Segundo todo un varón apostólico como si quisiera ajustarse la mitra que el imaginero le había colocado un tanto ladeada hacía un gesto con el dedo pero nada en él se movía. Era de mentira aunque su imagen era de tal perfección que diríase la de un obispo vivo a la antigua usanza. ¿Mentiras por esa regla también los soponcios y visiones místicas? Vuelve a casa, pan perdido. Tráete las herramientas y el canario.
-Ese pájaro no pía, me lo degollaron unos rufianes en la Venta la Tuerta
La melopea de la salmodia ponía una nota de color musical a un postmeridiano día primaveral. Era el primero de mayo y la ciudad andaba en fiestas a su patrón tutelar. Empezaba el tiempo más hermoso. Había un altar de la Virgen con hortensias y alguna camelia. Unas mocitas cantaban en una capilla el tomad Virgen pura nuestros corazones a lo solemne. Maldigo a internet que consiguió que las púberes canéforas no vayan a misa y perezcan aplastadas en las fiestas del puto Jalogüin. Tiempos de apostasía. El librero Florentino se desesperaba hasta el paroxismo porque el personal sólo gustaba de la prensa de la entrepierna.
-Libro cerrado no hace letrado. Así vais todos para modorros camino de la huesa y la cultura con K
-Yo leeré por los que no leen, sufriré por los que gozan. Me echo el mundo a las espaldas. Portaré la cruz
Esto diciendo, le sobrecogía un espasmo y sus ojos adquirían un brillo mesiánico que sólo el vino apagaba. Ir con los libros, cargada la furgoneta por los caminos, era como ir a dar a besar el brazo incorrupto de Santa Teresa a los paganos. La gente no creía en nada. Sólo en la tarjeta del banco.
El atlante de piedra no despalmaba. Su casco y su verga eran también de mentirijillas por más que diese impresión de realidad aquel escultórico granito dando froma a un glande increible. Abula es una ciudad de carne sin hueso pero de carne mística. La melopea coral circulaba por las bóvedas de cañón, los arquitrabes, las pechinas, las cúpulas de la tracería gótica, las nervaduras polifónicas pues el arte gótico es todo él musical. Presidiendo el oficio un deán mayestático casi ciclópeo pues medía casi tres varas recordaba al señor del castillo y castillo parecía aquella santa iglesia catedral.
Un ganapán pregonaba sus lechugas y tomates de gran calidad porque la huerta la tenía cerca de Martín Muñoz de las Posadas en el Mercado Chico.
-¿Por qué estoy yo acá? ¿A qué he venido?
-Vuelve a casa, pan perdido.
Y el librero de lance que iba pregonando su mercancía por las Morañas se lanzó a beber como un descosido-también hubiera haberse podido tirar al pilón- por los chiringuitos del barrio húmedo. ¡Anda la osa!
-Vender libros a analfabetos menudo negocio el mío
En un guardacantón un borracho se puso a llorar como un descosido clamando por sus desdichas. Vende droga y te harás rico. O metete a político.
-Eso sí que no aunque me muera de hambre.
-Plach…plach. Piange, pinge e plora.
Doncrai formi Argentina, llora sañudo como catalán, llora de rabia por tu puta vida. Llora todo cuanto quieras. Así te desahogarás.
Arreciaba la soledad y en mi desdoro y abandono me sentí “
sicut passer solitarius in tecto” rodeado de gente per perdido en la multitud. Tenía algo de agorofobioa. Las calles me llenaban de terror. Lo único que me daba las fuerzas era el aguardiente de Rute. Esta desazón de sentirme solo rodeado de las masas es una de las cuestiones de mi afición al trago. Pánico sentía el librero al recorrer aquellos callejones del medievo sin una triste tienda, sin una mala farola. Luz más luz y taquígrafos. Que no veo, Timoteo.
Passer solitarius in tecto, tabula in qua nihil est scriptum el pobre librero daba tumbos por la ciudad de la Santa. No dio con la monja, tampoco con su espíritu.
Se perdió en el dédalo de callejones y de vías estrechas como jaulas donde se mostraban caras extrañas, un microcosmos del
polstergiesten y no daba con el coche. Estaba desorientado, como la paloma de Alberti, se equivocaba, por ir al norte iba al sur, se equivocaba ¿Habré perdido las llaves? Al salir de Arevalo las llevabas y luego entraste en aquel figón plato del día 8€ vino a las comidas… peligroso y luego paraste en aquel control de carretera. No era la poli. Menos mal. Estaban asfaltando la carretera unos aparceros rumanos… nunca aprenderás. La dispsomanía va a acabar contigo. Soy débil señor. Por fin aparecieron las putas llaves del rover las tenía en un fondillo del pantalón… había rezado a san Antonio. Estas beodo de vino y de misticismo. Lo primero se puede tratar lo segundo nunca se cura, le había dicho un guardia municipal amigo suyo. Iba y venía por la A6 cada martes en la antena de la furgoneta la bandera de España dentro del pescante las cajoneras de libros usados que pesaban un huevo iba y venía plantaba velas a Nuestra Señora de las Angustias besaba las rodillas laceradas de los cristos yacentes pero que si quieres catalina dios se había olvidado, no escuchaba sus plegarias, estaba de incognito en la historia y de abscondito a sus suplicas. Por que no me esuchas, dios, ¿ por qué pones orejas de mercades a mis llamadas?
Arrancaba el Rover y entonces aparecían cosas muy raras a sendos lados de la carretera. Se estampaban como gotas de lluviasd seres extrañas que tenían bocas de pájaro, pezuñas de viervo y rostro de hombre. Entrado en trance, se elevaba en la oración y como la santa veía caer almas en el infierno. ¿O era acaso efectos del delirium tremens? Ella veía caer sólo luteranos pero el librero veía a gente de todas las clases y países había aumentado la demografía y la progresión aritmética decía que eran más muchos más los condenados que cuando la santa escribía sus
Moradas. Lluvia de preditos que se precipitaba en las calderas de Pedro Botero. Era como en un gran temporal de otoño.
Vigilavi et factus sum sicut pàsser solitarius in tecto. El librero de Arévalo con poca fortuna se embriagaba con metódica fatalidad cada martes por las tabernas del barrio húmedo. No lo transverberon como a la monja incorrupota ni se le apareció el sefarin pequeñita… estas historias misticas con un poso de morbo sexual me dan pol culo tú… no quiero ser santo y marica… a mi que no me hagan eunuco ni por cristo. Queronte aguardaba. Pedro botero le preparaba una suite en su palacio en llamas. Para que vale tanto libro para condenarse leyendo en el infierno toda la eternidad. Arrobos, deixamientos, bilocaciones, el pecho traspasado por un dardo de amor, todo eso no eran más que historias y comentos de una sexualidad mal encauzada. Una bojiganga.
Pero él iba y venía a aquel pueblo hidalgo porque allí esperaba encontrarse con su paseo. Arevalo era un lugar de poesía y de silencios de mansiones portaladas con un escudo de piedra en el dintel que mostraban por el preclaro buril de un tallista anónimo las mazas de los escudos, las sierpes, calderones, águilas bicéfalas, leones pasantes, roeles, metopas, lambrequines y penachos que anunciaban la presencia de caballeros de las grandes familias castellanas: los Velasco, los Tagles, los Verdugo, los Velarde, los Ceballos, los Barredos.
Runflantes escudos, donosos libros de piedra abiertos sólo para el que los sepa leer penetrando en sus símbolos. Las casas estaban derrumbadas y la luz solar penetraba por vanos y balcones pero la nobleza de toda una época quedaba allí escrita para conocimiento de los siglos venideros. El español tiene alma de soldado injerta en letrado. Las armas y las letras fraguaron su espíritu en otro tiempo. Y este convencimiento le lanzaba a promulgar la vieja fe por los mercadillos. Leed, hijitos míos. Empapaos de historia.
Nadie le hacía caso. Esta desidia de sus paisanos se convirtió para el librero en comején de la desesperación. No te sulfures. No es culpa tuya. Tú has puesto todos los medios para evitar el hundimiento. Otros, los que podían evitarlo, se inhibieron y míralos ¿crees tú que sufren? siguen ahí tan panchos, tan cojonudos, haciendo caja. Ahí están tan campantes. De congruo y de condigno ellos son los responsables. Deja de pensar tanto y de amargarte. Vive tu vida.
-No vivo mi vida. Me la bebo.
-Pues sí que estamos buenos