lunes, 13 de noviembre de 2023

 

NIÑOS PALESTINOS ASESINADOS EN HOLOCAUSTO ¿DONDE ESTÁ EL DIOS DE ISRAEL? regresa el maniqueismo de la mano del sionismo. Dios es el bien pero permite el mal

 

EL PERISTEFANON DE PRUDENCIO TIEMPO DE MÁRTIRES

 

Resuenan en los ámbitos de la historia el puñetazo en la mesa que diera Tomás de Aquino cuando yantaba en una cena con el rey de Francia:

                Conclussus est contra maniqueos.

El buey mudo habló después de escribir un extenso e iluminado tratado contra los maniqueos una herejía originada en Persia al amparo de la creencia de que Ozmuz y Ahriman cabalgan el mismo caballo y trotan por el mundo a lo largo de generaciones y siglos. Consideraban que el Bien y el Mal son de la misma naturaleza divina. Sto. Tomás los corrige. El propio Agustin de mozo se adhirió a la secta persa. Dios es el Bien pero permite el Mal. Ahí está el intríngulis. A la vista de los niños palestinos trucidados por el nuevo Herodes de turno cabe hacerse la pregunta de dónde está Dios. ¿Cómo es que permite las crueldades? El poeta español el zaragozano Prudencio Clemente viene a darnos otra respuesta: “la sangre de los mártires es semilla de cristianos profesen la religión que sea”. En este caso la islámica. Han de entenderlo los tiranos. Vita volans. Vuelan los días y pasa la vida y a los que utilizan las armas y otras crueldades de sus armas de exterminio (Zelenski, Biden, Van der Leyden, los sátrapas de Bruselas, Puigdemont, Sánchez y todas esas malas hierbas que quieren degollar a nuestra patria) también les llegará su hora.

Mientras tanto, el maniqueísmo impera. No es de Dios pero son muchos los que lo profesan. Prudencio realiza en sus libros un canto a la sumisión y a la no violencia. Nacido a finales del siglo III cuando aún la iglesia católica no había establecido sus creencias, había nacido en oriente como rama tronchada del judaísmo. Roma creía haber acabado con ella cuando el año 69 las legiones de Tito arrasaron Jerusalén y derrotaron a la guerrilla de los nazarenos. Aherrojados y con argollas en los pies y sobre sus lomos el Candelabro de Siete Brazos según puede verse en la columna rostral del emperador Trajano que aún puede admirarse en la Ciudad Eterna creían haber dado al traste con la rebelión. Había una diferencia mientras los hebreos un pueblo nacionalista y racista no hacían prosélitos ni admitían catequistas, despreciando a los gentiles a los que consideraban bestias, no elegidos –Israel sólo se propone vencer-, los rebeldes de las catacumbas no predicaban la guerra ni la conspiración contra el imperio, predicaban el amor y el perdón. Se negaban quemar incienso a los dioses porque los consideraban falsos y esto suponía una amenaza mayor. El culto al emperador los romanos lo consideraban sagrados. El estigma empezó a calar entre las legiones, los soldados se negaban a combatir, los tribunos de la plebe se ocultaban en las catacumbas, las matronas hacían voto de castidad y se negaban a realizar ayuntamiento carnal con sus esposos. Eran universalistas, no se adherían a una religión restringida y recibida a través de la sangre de sus madres (judaísmo) sino que proclamaban el amor, la caridad y la no violencia. Todos elegidos por la sangre de Xto que nos redimió Era un veneno latente para la religión sincretista. Ello fue el germen de la destrucción del imperio y la chispa que propagó la conflagración de las nueve persecuciones. Prudencio nacido en Cesar Augusta y pretor de la Tarraconense es posible que mandara al suplicio a algunos de los cives romanos renuentes a quemar incienso pero ya entrado en años parece ser que acepta el bautismo del obispo Valerio y arrepentido de la vida pasada escribe esta Corona dedicada a los mártires de la Tarraconense y de la Ulterior. Fueron 19: Eulalia, Lorenzo, Casiano, Celedonio, Emeterio, Hipólito, Justo y Pastor niños de Alcalá Emerenciana, Quiteria, Quirino, Fructuoso, Augurio, Elogio. Acisclo, Zoilo, Félix de Calahorra, Cucufate de Barcelona y el diacono Vicente.

Así pues, sangre semilla de cristianos, un verdadero aviso a navegantes y un RECORDATORIO a los tiranos de estos tiempos o mejor dicho de todas las eras que vivió la humanidad.

 Dios guarda silencio. El vulgo execrará la memoria de los tiranos pero alabará eternamente a aquellos que dieron su vida no sólo por Xto sino también por cualquier noble ideal, ora la Patria, ora por dar la vida para salvar a sus hermanos. El vate zaragozano cuyos son estos ditirambos así nos lo recuerda

carpite purpureas violas

sanguinem crocos metite

non caret his genialis hiemens

laxat et arva tepens glacies

El buen aragonés Lorenzo en la parrilla se reía del verdugo cando lo quemaban. “Compadre, estoy ya quemado por las asentaderas, ahora DAME LA VUELTA tórrame por las partes nobles," quería decir los cojones. Eso es valentía y tozudez baturra que obliga a nuestros esbirros a ponerse de los nervios

12/11/23

martes, 7 de noviembre de 2023

 

EL ULTIMO MITIN DE DE VALERA YO ESTABA ALLI AMO A LA VERDE ERIN TIERRA DE ARPAS CANCIONES Y ENCANTAMIENTOS





































































 

sábado, 4 de noviembre de 2023

 

ERA UN BUEN CHICO

 

OBITUARIO CARRASCAL

He was a nice guy, un chico listo, majo, amable, que paliaba la crudeza del mundo de plomo con una sonrisa beatifica pero nada más. Su premio Nadal Groovy una narración del mundo jipi aledaños de la neoyorquina Washington square años sesenta no pasará a la historia de la literatura. “Parra, tú escribes mejor, me dijo Celso Collazo, el delegado de Efe en Naciones Unidas" y creo que hasta me dio un beso en la frente.

A Jose Mari conocí en el alguarín que mi agencia tenía en la ONU con vistas al río Humber por donde navegaban las barcazas basureras y de vez en cuando el cadáver de algún suicida yo vi flotando entre las aguas de esa ría que era la gran cloaca arrastrando toda la mierda de la metrópoli.

A mí no me complacía demasiado aquel chiringuito donde apenas brotaban noticias. Todo eran reuniones, mítines, cabildeos. La era de Kurt Waldheim el austriaco diplomático al que echaron por haber estado encuadrado en las SS, que sucedió al birmano U Thant y antes el sueco Dag Harmasjeld. Con Waldheim la guerra fría estaba dando sus últimos suspiros. Pese a todo, encontré en NY un mundo feliz. No habían llegado los heraldos del globalismo y del nemine discrepante como norma de conducta.

Si no estabas con el poder, ibas a la calle. Yo tuve la suerte de poder contar la vida norteamericana a mi manera lejos de los parámetros oficiales y sin que me echaran a la calle sirviéndome de mis ardides talmúdicas para sobrevivir a los naufragios “si has de vivir con los hombres muévete con  cautela de una sierpe”.

Carrascal, un buen chico, guardaba la línea siendo asi un tipo muy lineal no se salía de la acequia marcada, no estaba nunca en offside. Algunos se enfurecieron conmigo porque les levantaron de la cama Hermida, Valverde del YA, Ángel Zúñiga de La Vanguardia, un catalán bellísima persona, porque en unas declaraciones de Golda Meir me había dicho que España era un país importante y diferente a los demás por los judíos. Estábamos bajo el mandato de Jimmy Carter que tampoco representaba a los dirigentes de la Casa Blanca al modo convencional.

El manisero de Georgia que asistí a las preces en la capilla bautista de su pueblo tampoco era convencional pero también un buen chico. Se trataba del último líder norteamericano de origen cristiano en el Despacho Oval.

En política internacional USA trataba de afianzar su poder mundial bajo las directrices del paso a paso creadas por Kissinger, una política que no estuvo exenta de fallos como fue la abdicación del Sha de Persia sustituido por los ayatolas, el derribo de Anastasio Somoza, el mejor amigo de los norteamericano en Hispanoamérica seguido del de Noriega, pues bemoles tiene la cosa el Cara de Piña había pertenecido a la CIA.

Con todo y eso los EE.UU ofrecían un semblante amable de libertad y progreso. El mundo de postguerra desde el movimiento jipi y las sentadas universitarias habían dado paso a la paz norteamericana. NY era un buen lugar para vivir.

Yo me empapé de calle tratando de compulsar el pálpito existencial de los de abajo: cómo vivían qué compraban, cómo se curaban, cómo bebían, cómo fornicaban o donde se divertían los americanos. Yo portaba poco por aquel chiscón en la segunda planta del Rascacielos Azul con vistas a la ría que compartía con un periodista indio. Sus regüeldos a curry me llevaban los demonios.

Tal lugar hubiera sido el sueño de cualquier redactor de mesa pero yo soy un perro callejero con olfato para detectar la noticia por los mercados, el Hospital Bellevue donde nació mi hija Henar, o las tabernas de la First Avenue donde oí cantar maravillosas baladas de la Verde Erín y se bebía buena cerveza negra .

Había leído la novela de mi colega J. L. Castillo Puche en la cual se desenmascara los vicios ocultos o patentes del Edificio Azul.

Para él se trata de un lugar donde todo gatuperio tuvo asiento. Allí en el gran parlamento del mundo se habla, se discute y se escribe por los codos y se jode que tú no veas, sexo y poder. Es la gran montaña de papel. Enjuagues, conciliábulos, resoluciones que no se cumplen para un mundo en guerra, donde en los altos y alfombrados despachos el jefe siempre acaba tocándole el culo a la secretaria. Aunque tal vez sea un mal menor este gran oráculo de los tiempos modernos.

Si no existiera la ONU tendríamos que inventarla.

Cuando renuncié a aquel despacho, una cámara con cristaleras y mamparas cabe la mess o rancho sala de juntas de los corresponsales extranjeros, el indio con el cual lo compartía se puso de uñas ya que mis ausencias le daban vía libre para disfrutar a sus anchas de aquel ventanal y soñar en sus nirvanas mientras contemplaba el  tránsito de las gabarras cargadas con los trapos sucios de la gran ciudad.

 En adelante tendría que compartirlo con otro. A mí me desplacía el lugar, los eructos de aquel colega. Una vez casi recién llegado de Londres me robaron unas gafas muy chulas y una pipa Dunhill que compré en Londres.

Alternativamente no dejaba de pensar que había llegado a un mundo mágico me estaba asomando al ojo del huracán. Leía como Blanco Tobio todas las mañanas el New york times.

En mis crónicas les daba la vuelta porque la información del famoso rotativo venía filtrada y empedrada de mala uva hacia España pero no había que despotricar contra el oráculo. Bastaba con ponerle ciertos caveats o precauciones y líneas entre paréntesis. Carrascal era un buen chico. Que copiaba al Times.

 Vivía en Queens, los ladrones se llevaron todo menos los libros. Lo contaba con una sonrisa. Era un admirador de los norteamericanos. Me describía cómo había llegado de polizonte. Se fumó tres paquetes de cigarrillos para entretener la espera en la aduana de la isla de Ellis le entró carraspera y desde entonces dejó de fumar.

Iba por Manhattan en un Wolskswagen. El escarabajo de Hitler un auto familiar de exiguas dimensiones con el era fácil aparcar a diferencia de los haigas nacionales, los Ford y los Chrysler amplios y cómodos con tres ocupantes en el asiento del copiloto.

Sí, era un buen chico Carrascal, aunque seguramente pasará a la historia más que por sus libros y sus crónicas a veces impecables por sus estridentes corbatas.

En  la sala de prensa berreaban los altavoces anunciando convocatorias entradas y salidas de embajadores o reuniones del consejo de seguridad. Otra crisis.

Resoluciones, comunicados. Implementos, complementos e impedimentos. Se hablaban todos los idiomas del mundo- talks and talks, over talks- y luego nada. 

El tema de Gibraltar que yo tocaba con denuedo siguiendo la tradición de mis periódicos caían en saco roto. Los ingleses se pasaban por la taleguilla las resoluciones y dictámenes del Consejo de Seguridad. El embajador Piniés ponía oídos de mercader a mis quejas.

Lo mismo que la crisis del Sahara español que con tanto empeño reivindicaba el Alauita instigado por el Tío Sam. Los fosfatos, el petróleo. Las auríferas dunas del desierto. 

Piniés ya caduco y algo viejo cuando lo conocí no estaba fino y no aguantó el cerco y las añagazas de los moros.  Puede que cayera en la trampa tendida por Mohamed VI y ahora lo estamos pagando todos.

El embajador marroquí un tal Filali verdadera hechura de Maquiavelo sin turbante nos invitaba a cenas y ágapes a los corresponsales. Quería vendernos la burra. Yo pronto me olí la tostada y a través de mis despachos a Madrid protestaba de tal insolencia lo pasé mal. Carrascal era un buen chico pero no quería meterse en líos. Maraña para el Informaciones me amenazó diciendo que era un facha claro que era un becario de Columbia donde la CIA reclutaba sus cachorros para la gran andanada pues qué iba a pasar cuando se muriera Franco.

Todos callados como ursulinas. Por apoyar la causa española y por advertir las consecuencias de la marcha verde pues el moro andaba al acecho de Ceuta y Melilla, del petróleo de las Canarias y que podría venir otra invasión en forma de inmigración soterrada sobre las Islas Afortunadas bajo el patrocinio de Washington (Kissinger no enseña nunca la patita) héteme aquí que me tildan no solo de facha. También de rojo y que trabajaba para los rusos.

Una hija de la Carabias hermana de Carmen Rico a la cual enchufó Piniés de secretaria nunca me dejaba pasar a ver al embajador español en la ONU siempre estaba reunido. Ah la suerte de ser mujer y no morir en el empeño. Al pináculo onusino habían trepado las feministas.

Quería precaverle a don Jaime de mis aprensiones con lo del Sahara pero la hija de Josefina Carabias la eterna corresponsal del YA durante el franquismo me impedía la entrada. Está reunido el señor embajador cuando hasta la recepción llegaba el estruendo de los gritos que pegaba y las vedijas del humo de los puros que se fumaba aquel recio baturro.

Se barruntaban los primeros atisbos feministas. Mujeres al poder mientras las máquinas de escribir echaban humo no habían abierto página los ordenadores y los télex machacaban kilómetros de cinta para contarle al mundo lo que pasaba. 

Yo permanecía gracias a Dios y a Franco sumido en medio de aquella vorágine. Siempre al apostadero. Tres oficiales mecanógrafos perforadores de la RCA, la ITT y la Reuter Herby, Frank, y David perforaban con puntos del nuevo lenguaje quilómetros de cinta telemática a velocidades de vértigo. Herby transcribía una crónica a Madrid de seis folios en cinco minutos.

Era judío muy amigo mío pues yo en Nueva York me eché alguna que otra novia judía y le contaba como nací en la aljama de Segovia la Puerta del Socorro y que mis ancestros podían ser de tal raza, pero se quedaban de piedra cuando yo criticaba la política israelí en palestina o les decía que un judío puede llevar la torah en su corazón, no es necesario regresar a la tierra prometida derramando sangre. 

Me decían;

-"pues tú no eres judío. El eretz Israel es santo". 

-Sí, pero de otra tribu,- contestaba un servidor. 

Así que perdíamos las amistades. Frank era italiano y se parecía a Frank Sinatra cuando no estaba borracho. No supe que fue de los transcriptores insuperables en el número de pulsaciones por minuto.

 Herby se fue a Miami a morir en el cementerio de elefantes Frank murió de cirrosis le daba bien fuerte a la cerveza y David creo que se casó con una millonaria rusa. 

Carrascal ah Carrascal, hacíamos cola para mandar nuestros despachos a Madrid ha muerto el pobre solo. No sé lo que sería de su mujer Hannelore la alemana, si murió antes o se divorció. A pesar de todo lo contado era no solo un buen chico sino también un buen periodista que se las apañó para sobrevivir a la hecatombe.

Y ahora después de una larga vida de 93 años descansa en paz, Josemari. Otro que se va

 

sábado, 4 de noviembre de 2023